Lo que podría haber sido y la realidad son dos líneas paralelas, donde el espacio que separa ambas es lo que se conoce como cuéntame tu vida. Justo ahí, en esa distancia escrita con verdades a medias tintas, es donde encontramos todas las incertezas que dejamos escapar, todas las oportunidades de las que nos lamentamos, todos los miedos convertidos en curiosidad. Somos una palabra que no dijimos, una acción que reprimimos, un capricho que no nos dimos. Fantaseamos con lo que dejamos atrás porque seguimos siendo niños que montan castillos con las cajas que nosotros mismos vaciamos. Nos gusta levantar el telón de nuestro teatro y que aplaudan nuestra obra, pero el más fiel y crítico público somos nosotros mismos.
A veces aparece alguien en nuestra vida que nos replantea nuestros porqués. Estos extraños visitantes, por desgracia, no suelen ser aves de paso, porque entonces sabríamos cuándo llegan y, lo más importante, cuándo se van. Estos desconocidos suelen aparecer en nuestro camino en el momento más inoportuno, inesperado, inexplicable y tantos otros –in como se nos pasen por la cabeza (inolvidable incluidísimo). ¿Recuerdas aquella persona con la que te lo pensaste dos veces? Aquella distancia que os separaba y que parecía fruto de la coincidencia se acabó convirtiendo en una casualidad en la que te negaste a creer. Piensa en el no que vendiste a precio de coste, en la oportunidad que dejaste escapar, en las conversaciones que nunca tuviste y en los lugares que no visitaste. En todo lo que hubierais sido si tú no hubieras sido tú.
Estoy seguro de que alguna vez, parado en un semáforo en rojo, miraste alrededor y viste una cara por la que te pararías en todos los cruces hasta tu casa, por la que pondrías tu canción favorita hasta que girara la cabeza y te viera. ¿Recuerdas ese cruce de miradas en aquella calle estrecha? ¿Las ganas de que, al girarte, vuestros ojos volvieran a coincidir? ¿Y qué me dices de aquel gracias cordial, seco y automático a quien te sirvió el café en la mesa, deseando que se sentara en la silla de al lado para explicarte por qué pasaba ocho horas en ese bar y no contigo? Olvídate del si condicional y practica el sí rotundo. Piensa por un momento en quien quisiste conocer porque sí, porque te dio la gana y porque si tú me dices ven, yo sonrío y me siento a tu lado.
Si la vida es una canción, que tu letra no tenga estribillo. Improvisa, saca la lengua, sonríe, guiña un ojo, pero hazlo. Haz algo, lo que sea. Empieza por una lista de las oportunidades que dejaste escapar y sabrás cuántas veces no quisiste provocar tu destino. Busca a alguien que tenga lado oscuro y un sí por sonrisa, porque las personas que no se dan oportunidades ni a sí mismas lo hacen por el miedo al qué diré cuando me enfrente a la almohada. Pero, sobre todo, plantéate por qué un si condicional no se convirtió en un sí rotundo. Un sí a tu propio destino.
Fuente: http://envozaltiva.com/2015/03/15/provocatudestino/
Me encanta!
ResponderEliminarMuchas gracias por compartir mi post! Es un orgullo ver que gustó :)
ResponderEliminarUn saludo! ;)
Claro! comparting somos todos, y gracias a ello, nos aportamos, divertimos y crecemos! Gracias!!!
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