Una persona proactiva es aquella que se adelanta a los problemas, los previene o está preparada parae enfrentarlos eficientemente.
El término proactividad procede del griego y del latín. Está compuesto por dos palabras ("pro", preposición griega: pro-, que significa "a favor de" y "actividad" que significa "eficiencia de obrar", diligencia, eficacia, término latino: activitas, activitatis.
Fue un concepto creado por el psiquiatra y neurólogo vienés Viktor Frankl (1905-1997), quien fue prisionero del régimen nazi y sobrevivió a tres campos de concentración. En su libro “El hombre en busca de sentido”, el autor explica que pudo subsistir en dicho contexto gracias a que logró dotar de un logos (sentido) a su existencia, y aunque los alemanes le privaron de su libertad física, de la alimentación y de su dignidad humana, él no permitió que le quitaran la libertad de decidir qué hacer con esa experiencia, es decir, que definió el concepto de proactividad como la libertad de escoger nuestra actitud frente a las diferentes situaciones que debemos enfrentar en nuestra vida.
La proactividad es la actitud del
individuo que decide controlar su conducta de una manera activa y toma la iniciativa para obtener los resultados que cree que le
ayudarán a estar mejor. Las personas proactivas cuentan con valores
especialmente seleccionados, los cuales guían su accionar y a pesar de que les
puedan suceder muchas cosas a su alrededor, deciden cómo quieren reaccionar
ante esos estímulos y son capaces de anteponer siempre sus ideales y luchar con
energía positiva ampliando de este modo su círculo de influencia. Y lo más importante,
asumen la responsabilidad de los resultados
que obtienen. En cambio, lo opuesto a la proactividad, la reactividad consiste en adoptar una actitud pasiva y quedar a merced
de las circunstancias.
Las personas reactivas se ven impulsadas por el miedo o las emociones negativas que les generan las circunstancias,
condiciones y ambiente, reaccionando de una manera que generalmente no les
favorece o les aleja de sus objetivos. Mientras que las personas proactivas seleccionan
sus valores y se focalizan en las situaciones sobre las que pueden actuar, los individuos
reactivos son manejados por las circunstancias
y superados por problemas sobre los que no tienen capacidad de control, dejándose influir mucho por el entorno,
preocupándose por lo que otros hagan
y centrando su atención en los hechos que no tienen solución. En general, las
personas reactivas esperan a que las cosas sucedan o a que alguien se haga cargo de ellas.
Evidentemente, esta actitud les limita
la capacidad de actuar y, por lo tanto, reaccionan y se dejan llevar por los
acontecimientos. Mientras que las personas proactivas buscan solucionar los
problemas, las reactivas son, en
muchas ocasiones, ellas mismas el
problema.
ACTITUD
POSITIVA
Cuando vivimos la realidad
como una oportunidad, por muy complicada que ésta sea, podemos
activar el pensamiento positivo que es necesario para generar a su vez una
emoción positiva que nos dé el impulso necesario para superar el reto. Si tenemos una
actitud positiva ante la realidad y decidimos afrontarla proactivamente, estaremos incrementando nuestra capacidad
de adaptación y con ello, nuestra inteligencia.
INICIATIVA
No basta con tener una
actitud positiva para lograr los objetivos, es necesario también asumir
activamente el control de la conducta, ejerciendo la libertad de elección sobre las circunstancias
del contexto. Para ello, emocionalmente tenemos que desarrollar la voluntad
y la confianza necesaria para decidir en cada momento lo que queremos hacer y responsabilizarnos de los resultados,
lo que implica no tener miedo a
equivocarnos. Las personas proactivas saben que si quieren lograr algo,
deben hacer algo, que el cambio debe empezar por ellas, que cualquier resultado
que pretendan obtener del entorno debe iniciarse en su círculo de influencia, que
es el lugar donde pueden impactar en los resultados y como su energía es
positiva, consiguen con cada acción ampliar su círculo de influencia cada vez
más.
La iniciativa también es
responsabilizarse de asumir ese espacio de libertad que todos tenemos, es hacerse cargo, afrontar, tomar las
riendas, actuar para solucionar lo que nos provoca malestar; en suma, elegir un
camino que nos haga crecer.
CREATIVIDAD
La creatividad implica no
solo hacer una planificación y elegir el método adecuado aplicando la
experiencia y aprendiendo de los errores, sino también salir de la zona de confort, superando
el miedo a equivocarnos, atreviéndonos
a experimentar una y otra vez diferentes acciones hasta conseguir los resultados
deseados. La creatividad nos da mayor
capacidad para resolver los problemas y con ello sentirnos a su vez más capaces de asumir nuevos desafíos.
CONCLUSIÓN
La proactividad es una
competencia muy valorada en la
actualidad en el mundo laboral, ya que una persona proactiva es aquella que
se adelanta a los problemas, los previene o está preparada para enfrentarlos
eficientemente. Además, es capaz de soportar las presiones del entorno, no le
teme a los cambios, es más, los promueve y siempre enfoca sus acciones en que
las cosas mejoren y, principalmente, no
se deja vencer por los fracasos, sino que aprende de sus errores. Una
persona proactiva es responsable de su
vida y de conseguir sus metas y objetivos, gestiona sus emociones y se
autorregula. En suma, la proactividad constituye una competencia muy
necesaria en el contexto profesional actual tan cambiante, en donde el
comportamiento individual juega un papel decisivo en el éxito profesional ya
que impacta directamente en la calidad y hasta en la cantidad del trabajo
realizado.
Fuente: información
elaborada por AGAMA
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