Precioso cuento que comparte Susana desde su experiencia en Africa! Gracias!!!
Érase una vez en el norte de Mozambique una viejita que tenía muchos hijos. La anciana ya no podía caminar y sus hijos tenían que cargar con ella en brazos.
Un día, el hijo más mayor, Kaluma se llamaba, viajó con sus hermanos a un país lejano, Tanzania, dejándola sola. La viejita
pasaba los días mirando a todas partes buscando a sus hijos pero no los veía. Entonces comenzó a cantar:
- Shonde mwanando, Kaluma… (por favor, hijo mío, Kaluma...)
- Shonde mwanando, Kaluma… (por f...avor, hijo mío, Kaluma...)
Mientras cantaba, como no podía andar por sí misma, apoyaba las manos en el suelo, caminando “a gatas”. Y así, gateando, despacio, salió de su casa, buscando a sus hijos. Y gateaba, gateaba, se desplazaba despacito, y cantaba, cantaba:
- Shonde mwanando, Kaluma...
- Shonde mwanando, Kaluma...
Y de esta forma, gateando, emprendió su camino a Tanzania.
Pasaron muchos días, incluso meses. Y un día por fin la anciana, gateando, llegó hasta la casa de sus hijos en Tanzania. Su hijo mayor empezó a escuchar la voz de su madre y a oír la música de la canción. ¡No se lo podía creer!
Abrió la puerta y ahí estaba su madre. El hijo se sorprendió mucho de verla. ¿Pero cómo había podido llegar ella sola hasta Tanzania si no puede caminar? ¡No se lo podía creer!
A LA MEMORIA DE MARÍA MACANGA (EN LA FOTO), DE LA ETNIA MACONDE, QUE ME NARRÓ EL CUENTO EN MONTEPÚEZ (PROVINCIA DE CABO DELGADO), AL NORTE DE MOZAMBIQUE, A LA EDAD DE 85 AÑOS.
- Shonde mwanando, Kaluma...
- Shonde mwanando, Kaluma...
Y de esta forma, gateando, emprendió su camino a Tanzania.
Pasaron muchos días, incluso meses. Y un día por fin la anciana, gateando, llegó hasta la casa de sus hijos en Tanzania. Su hijo mayor empezó a escuchar la voz de su madre y a oír la música de la canción. ¡No se lo podía creer!
Abrió la puerta y ahí estaba su madre. El hijo se sorprendió mucho de verla. ¿Pero cómo había podido llegar ella sola hasta Tanzania si no puede caminar? ¡No se lo podía creer!
A LA MEMORIA DE MARÍA MACANGA (EN LA FOTO), DE LA ETNIA MACONDE, QUE ME NARRÓ EL CUENTO EN MONTEPÚEZ (PROVINCIA DE CABO DELGADO), AL NORTE DE MOZAMBIQUE, A LA EDAD DE 85 AÑOS.
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