Artículo de las autoras Simine
Vazire y Erika N. Carlson de la Universidad de Washington (EE.UU.) que trata de
la percepción de la propia personalidad.
La mayoría de
nosotros tenemos la poderosa intuición que nos conocemos mejor de lo que los
demás nos conocen. Sin embargo,
todos conocemos personas que se engañan a sí mismas, lo cual plantea la incómoda posibilidad de que nosotros, también, podríamos estar engañándonos. Cuando se trata de nuestra propia personalidad, cada vez hay más evidencia de que nuestros puntos ciegos son considerables. Por otra parte, los demás a veces pueden ver cosas sobre nuestra personalidad que no podemos. El objetivo de este trabajo es revisar la evidencia más reciente en relación a la precisión de la auto percepción de la personalidad y la percepción de los otros y demostrar que la imagen completa de cómo es una persona requiere tanto la propia perspectiva de la persona como la perspectiva de otros que la conocen bien.
todos conocemos personas que se engañan a sí mismas, lo cual plantea la incómoda posibilidad de que nosotros, también, podríamos estar engañándonos. Cuando se trata de nuestra propia personalidad, cada vez hay más evidencia de que nuestros puntos ciegos son considerables. Por otra parte, los demás a veces pueden ver cosas sobre nuestra personalidad que no podemos. El objetivo de este trabajo es revisar la evidencia más reciente en relación a la precisión de la auto percepción de la personalidad y la percepción de los otros y demostrar que la imagen completa de cómo es una persona requiere tanto la propia perspectiva de la persona como la perspectiva de otros que la conocen bien.
El primer
paso para poder determinar que los demás saben cosas de nuestra personalidad
que nosotros mismos no conocemos es mostrar que hay lagunas en nuestro auto
conocimiento. Algunos puntos ciegos pueden deberse a una simple falta de
información. Pueden deberse asimismo a demasiada información, tenemos acceso a
tantos pensamientos, sentimientos y comportamientos que a menudo nos cuesta
mucho agregar mentalmente esos indicios y reconocer patrones. Sin embargo, en
muchos casos, los puntos ciegos no son tan inocentes ya que son el resultado de
procesos cognitivos motivados. Querer afirmar y mejorar nuestra autoestima es
uno de los motivos de mayor influencia en la auto percepción. El conocimiento
motivado influye y distorsiona la auto percepción de muchas maneras que ayudan a
crear y mantener puntos ciegos en el auto conocimiento. Un claro ejemplo de
punto ciego lo encontramos en la investigación
sobre discrepancias entre las percepciones explícitas e implícitas de las
personas sobre su propia personalidad. La personalidad implícita se mide
normalmente por la asociación automática que las personas hacen de ellas mismas
con rasgos específicos o comportamientos. De este modo, se forman asociaciones
automáticas o implícitas sobre la base de anteriores patrones de comportamiento.
Por lo tanto, los rasgos que la gente asocia automáticamente con ellos mismos en
pruebas implícitas pueden predecir el comportamiento más allá de los rasgos que
promueven conscientemente en mediciones explícitas de personalidad. Si el
procesamiento implícito del auto conocimiento fuera simplemente una cuestión de
eficiencia, deberíamos ser capaces de aumentar la congruencia entre nuestra auto
imagen explícita e implícita centrando nuestra atención en las manifestaciones
conductuales de nuestra personalidad implícita. Así pues, parece que nuestros
motivos a veces nos llevan a ignorar los aspectos de nuestra personalidad que
otros pueden detectar. Como resultado, nuestras auto percepciones conscientes
proporcionan una valiosa pero incompleta perspectiva sobre nuestra
personalidad.
El segundo
paso para poder determinar que otros pueden conocer cosas acerca de nuestra
personalidad que nosotros desconocemos es mostrar que los demás son expertos en
la detección de la personalidad. Resulta que muchos aspectos de la personalidad
son increíblemente transparentes a los demás, incluso cuando no se están
transmitiendo deliberadamente. Revelamos nuestra personalidad deliberada e
indeliberadamente a través de la música que escuchamos, nuestros dormitorios, y
nuestro entorno online. Por otra parte, cuanto más convivimos con los demás, con
mayor precisión pueden inferir nuestros pensamientos y sentimientos. Estos
hallazgos muestran que somos agudos conocedores de las personalidades de los
demás, probablemente debido a la importancia de la percepción interpersonal para
nuestra especie social. En consecuencia, los demás, especialmente aquellos que
pasan mucho tiempo con nosotros y con los que nos sinceramos, se convierten casi
inevitablemente en expertos en nuestra personalidad.
El objetivo de
este artículo es demostrar que a veces los demás ven aspectos de nuestra
personalidad de los que no somos conscientes. La igualdad total en los niveles
de precisión oculta un patrón más interesante: la auto valoración de la
personalidad y la valoración de los demás no sólo proporcionan información
redundante, sino que reflejan aspectos diferentes. Vazire (2010) propuso que
tenemos mejor información de nosotros mismos que los demás para juzgar rasgos
internos, rasgos principalmente definidos por pensamientos y sentimientos, pero
que los demás tienen mejor información para juzgar rasgos externos, rasgos
principalmente definidos por la conducta manifiesta. Existen evidencias de que
las personas cercanas podrían de hecho tener impresiones más positivas sobre
nosotros de las que tenemos, pero que sus percepciones son aun así más precisas.
Los hallazgos sugieren que los que nos conocen bien a veces ven cosas que no
vemos en nosotros mismos, sobre todo cuando se trata de aspectos de nuestra
personalidad que pueden ser apreciados por los demás y de los que nos
preocupamos mucho (y por lo tanto no podemos ver de forma
objetiva).
Para conocer
la personalidad de alguien, tenemos que saber tanto la manera en que se ve a sí
mismo como la manera en que le ven otras personas que le conocen bien. El
hecho de que la auto percepción sea una parte importante de la personalidad no
es algo nuevo; el nuevo descubrimiento es que los demás saben muchas cosas
acerca de nosotros que desconocemos. La investigación plantea que aunque
tendemos a sobrestimar el grado en que otros comparten nuestra percepción de
nosotros mismos, somos capaces de detectar la impresión que producimos a los
demás, incluso al conocer a alguien por primera vez. Parece asimismo que sabemos
cómo las personas que nos conocen en diferentes contextos nos ven de distinta
manera (por ejemplo, los padres frente a los amigos). En resumen, parece que
somos algo conscientes de cómo nos ven los demás, pero no siempre hacemos uso de
esa información para juzgar nuestra propia personalidad. Por lo tanto, es
posible que podamos mejorar nuestro auto conocimiento dando más importancia a
nuestras impresiones acerca de cómo nos ven los demás, especialmente, cuando se
trata de rasgos evaluativos observables (por ejemplo: ser divertido, encantador,
etc.). Estudios recientes han planteado que la auto afirmación reduce las
respuestas defensivas y nos hace más receptivos a la información negativa sobre
nosotros. Por otro lado, las técnicas de meditación pueden reducir los dos
principales obstáculos para el auto conocimiento: la falta de información y las
tendencias motivacionales. En resumidas cuentas, se sabe poco sobre cómo mejorar
el auto conocimiento. Parece evidente que queda mucho por aprender acerca de
cómo podemos llegar a conocernos mejor.
Fuente: Club del lenguaje no verbal
Fuente: Club del lenguaje no verbal
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